martes, 17 de abril de 2012

Habanastation, de vuelta a muchas Cuba

Por Ernesto Montero Acuña




No es una falta de ortografía omotir la "s" en el nombre del país, más bien reincido en  mi empeño de reconocer la pluralidad de una sola Cuba, ahora que declina un tanto el furor por este filme cuyos valores nacionales intrínsecos continuarán trascendiendo, aunque fuera desde el silencio. Por eso sostengo lo que escribí antes y a ello me remito.
Habanastation acude a polos aparentemente opuestos para reflejar un país que puede ser visto de distinto color según el cristal con que se mire, pero que el filme no muestra más diverso de lo que es. Se ha interpretado que muestra Cubas diversas, aunque esto no parezca acertado en ningún sentido, y retomo lo dicho.
Ian Padrón y un colectivo –que no es sustantivo de emergencia en este caso- de artistas e intelectuales de una vanguardia madura, hecha y responsable, reflejan defectos y virtudes nacionales. Pero con mirada integradora, aunque cada espectador, por su singularidad, medite mayormente sobre el ángulo que le sea más familiar.Se presenta una realidad acertada, socialmente compartida y actual, sin dejar de ser una advertencia para todos acerca del futuro de esta “colmenita” nacional, en la que tanto debe asimilarse como experiencia el resultado del grupo infantil homónimo creado y conducido por Carlos Alberto Cremata.


Integra e integral, La Colmenita es Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef,  ha actuado en numerosas ciudades del mundo, realiza sus funciones habituales en La Habana y representa un papel muy destacado en Habanastation, como experiencia y como contribución artística.
En algunos espectadores, el final de una película cubana de este corte no había conseguido, hasta ahora, emocionar tanto como el de Clandestinos, aquella síntesis, también magistral, lograda por Fernando Pérez.
Clandestinos se inspira en un hecho de la lucha revolucionaria cubana, en la cual el protagonista tiene que entregar a su mujer embarazada a un asesino de la dictadura a quien le advierte, a grito pelado para que trascienda, que se la entrega viva, con la segura aspiración de preservarla y también de lograr la continuidad propia.
El suceso refleja el sacrificio supremo, la renuncia a cualquier posibilidad de sobrevivir, aún en contra del instinto de conservación,  a cambio de que sobreviva alguien que representa la sobrevida y, al final, la posibilidad de que se alcance la libertad por la cual se muere.
Menos dramático es el caso de uno de los protagonistas infantiles de Habanastation, aquel que entrega su juguete electrónico al amigo recién adquirido, aunque antes fueran compañeros de escuela, y le dice con una sonrisa “para que puedas jugar” y sobre todo “cuídamela”, una actitud trascendente aunque la renuncia no sea definitiva.
Es la culminación, el fin magistral, que quizás no muchos podrían haber esperado en esta película.
La clave de ambos filmes, en cada circunstancia, es el desprendimiento con que se renuncia a algo grande, supremo también para un niño que lo ha añorado, aunque el dramatismo del hecho sea menor y temporalmente no eterno, por supuesto. Pero que no es menos significativo en lo emocional.
La cualidad distintiva en este último filme es la reciprocidad. Clandestinos resume el antagonismo. Habanastation refleja la complementariedad. Ambos niños no son contrarios, sino individuos situados en micro medios distintos de la sociedad cubana actual. Pero como partes integrales de esta.
Mayito y Carlos triunfan no solo porque son el resultado de aquel que entregó a su mujer embarazada para que sobrevivieran ella y su futuro hijo, sino porque en este caso han vencido a sus contrarios. A los negativos que ellos podrían haber llevado dentro y a los que les opuso la vida.
Ambos se superan interiormente y también en su medio, en la confrontación con el componente marginal de la pandilla de adolescentes que pretenden vivir, triunfar, lograr sus éxitos personales en contra de los otros, aunque esos otros sean como individuos sus iguales socialmente hablando o, con más propiedad, por la nacionalidad de la cual provienen.
La sociedad también tiene sus heces, reflejadas en este caso por un grupo de gamberros que no pueden ser los que triunfen.
Habanastation muestra las carencias y diferencias realmente existentes en la sociedad cubana actual, a pesar o, más bien en contra, de las políticas sociales del país. Pero no refleja dos o más países, o un país partido en dos, polarizado, sino una nación integrada e integra en  la cual una parte importante no ha conseguido un nivel mayor de bienestar porque la realidad condiciona, la nacional y la global.
Esta reflexión conduce, aunque no pueda decirse que ha sido el discurso de los autores, a reiterar lo que está claramente definido desde el punto de vista de la teoría política.
En el socialismo cada quien recibe según lo que aporta, y los padres de Mayito, complementarios ellos mismos entre sí también, tienen mayores posibilidades porque lograron ese desarrollo superior en su momento y se situaron en otro nivel de la pirámide social.
Mas no son antagónicos con respecto al resto de la sociedad. Pueden tener conductas inadecuadas, como todos, pero no posiciones adversas o desclasadas, como sí es el caso de los adolescentes de la pandilla.
Son trabajadores, aunque no practiquen la albañilería. Tampoco el padre de Carlos es adverso, aunque transite por la adversidad de una prisión, una circunstancia que el hijo logra evitar con la ayuda del amigo.
Al progenitor una situación de riña similar lo llevó a la cárcel, esa experiencia suprema para cualquier humano. Pero al hijo lo condujo a una calidad mayor, al rebasar el listón que le habían puesto su medio y su progenie.
Habanastation es la película del reflejo, pero también de la superación de las contradicciones. No por gusto sitúa como sus protagonistas a dos niños en distintas circunstancias vitales. Pero que se complementan y se desarrollan en la medida que ambos van siendo uno socialmente, sin renunciar a nada trascendente de sus individualidades, sino integrando lo mejor de los dos.
Es el filme del salto a lo superior y no del retroceso a lo superado. No puede dudarse de que los dos menores deberán existir en circunstancias más parecidas, y favorables para ambos, en la medida en que la sociedad logre ofrecerles circunstancias más apropiadas a cada uno.
Se reflejan en Habanastation aristas contradictorias de Cuba, pero no entre antagonistas en los protagónicos.
Es cierto que ambos niños poseen bienes sociales comunes, sobre los cuales no es preciso que insista la película, si bien todavía a los dos les falta mucho por alcanzar, como le ocurre a su país.
Pero eso se obtiene mediante el ascenso por el cual Cuba,  sin la S plural, transita desde los hechos reflejados en Clandestinos.
No es paralelismo, sino continuidad.


La compañía cubana de teatro infantil La Colmenita es Embajadora de Buena Voluntad de la UNICEF, la dirige Carlos Alberto Cremata, ha actuado en numerosas ciudades del mundo, realiza sus funciones habituales en La Habana, Cuba, y tiene un papel muy destacado en Habanastation.
              
Ficha Técnica
Guión: Felipe Espinet con la colaboración de Ian Padrón.
Dirección: Ian Padrón
Dirección de Fotografía: Alejandro Pérez
Montaje o Edición: José Lemuel
Música Original: René Baños – Nacional Electrónica
Argumento: Ian Padrón
Sonido: Diego javier Figueroa
Dirección de Arte: Vivian del Valle
Director Asistente: Hoari Chiong
Productora Ejecutiva: Vilma Montesinos
Productora Delegada: Lídice Marrero
Producción de Rodaje: Noel Álvarez
INTÉRPRETES
Andy Fornaris, Ernesto Escalona, Luis Alberto García, Blanca Rosa Blanco,
Claudia Alvariño, Miriam Socarrás, René de La Cruz Ortiz,  Omar Franco,
Pedro Fernández, Herón Vega, Rigoberto Ferrera, Raúl Pomares, Milton García, Dania Monzón, Rubén Araujo, Ever Álvarez, Bárbara Viera, Jorge Ryan.
Sinopsis
Dos niños que estudian en la misma aula de una escuela de La Habana pasan juntos un 1ro de Mayo.
Premio
Founders prize Best of Fest. Traverse City Film Festival. Michigan. Estados Unidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tengo en Nuestra América

Tengo en Nuestra América

Por Ernesto Montero Acuña  No suelen ir de la mano estadísticas y poesía, tal vez porque las acciones transitan en la siquis humana d...